Mi experiencia como Au Pair en Luxemburgo: Por Naomi Tena

Mi experiencia como Au Pair en Luxemburgo: Por Naomi Tena

Continuando con el tema del idioma debo confesar que antes de mudarme a Luxemburgo, aún cuando yo consideraba que mi nivel de francés era bastante bueno, al llegar descubrí que mi “bastante bueno” no era suficiente. Tenía la sensación de estar escuchando un francés completamente diferente al que yo aprendí en la escuela. Con el paso del tiempo y la práctica diaria mi nivel se potenció y se nutrió de una cantidad impresionante de vocabulario, no sólo en francés sino también en luxemburgués. El idioma jugó un papel realmente importante para mi experiencia, ya que el ser capaz de expresar mis ideas y mis sentimientos me ayudó a crear un vínculo entre mi familia y yo, tanto así que podría decir que entre nosotros creamos nuestro propio idioma en casa: el “franburgués”.

Escribir en un pequeño texto todo lo que haber sido una au pair representó para mí es un verdadero reto, no hay forma de resumir todo lo que hasta ahora sigue aportado a mi vida y espero que este escrito les ayude a entender que hacer un año au pair es mucho más que fotos bonitas y fiestas con amigos internacionales.

La primera cosa que más me sorprendió al llegar a Luxemburgo fue la diversidad cultural, nunca había compartido un mismo espacio con gente de tantas nacionalidades diferentes, estaba realmente alucinada de la cantidad de idiomas que era posible escuchar, pero sobre todo de la facilidad que tenía la gente de cambiar de uno al otro. En mi casa, con una típica familia luxemburguesa, la comunicación se daba normalmente en luxemburgués, sin embargo, conmigo siempre se estableció en francés. No voy a mentir, al inicio de mi año au pair ese cambio me causó grandes confusiones, al punto que había momentos que no sabía si estaban hablando entre ellos o me hablaban a mí, sin mencionar el día que invité a mi mejor amiga a casa y con la que se comunicaron todo el tiempo en alemán. La naturalidad y el dominio de idiomas me pareció simplemente fascinante.

Obviamente no puedo hablar de mi experiencia au pair sin mencionar a las niñas de las que me ocupé y de la conexión que formamos juntas. Nuestra relación en general fue muy buena, algunas veces fue caótico y quise llorar, pero nunca nada va a poder sustituir lo gratificante que fue verlas crecer y aprender a ser independientes. Quizá lo más es maravilloso de todo es voltear atrás y darme cuenta de que la que más creció de las tres fui yo.

Convivir con niños 24/7 durante un año es un verdadero reto. Alguna vez escuché que nunca iba a valorar verdaderamente a mis padres hasta que tuviera a mis propios hijos y eso es exactamente lo que sentí como au pair, aun cuando las tareas que desempeñé no estaban ni cerca de todo lo que un verdadero padre hace. No es tan fácil mantenerse al día con la misma energía que tienen los niños y menos aun hacer que hagan ciertas cosas como alistarse para salir o recoger sus juguetes. En muchas ocasiones pude verme a mí misma reflejada en el drama de niñas y no me queda más que apreciar y valorar todo lo que mis padres hicieron por mí.

En cuanto a forjar relaciones personales, como latina, resentí fuertemente el cambio. En América Latina hemos escuchado muchas veces que los europeos son fríos, individualistas y distantes, según mi experiencia es, en muchos de los casos, cierto. Sin embargo, me parece importante mencionar que siempre habrá la oportunidad de encontrar personas valiosas y yo, personalmente, tuve mucha suerte de: 1) llegar con una familia que se esforzó mucho por hacerme sentir en casa y demostrarme su cariño a su manera; y 2) conocer el amor con la persona con la que estoy comprometida. Siendo muy honesta, considero que hacer amigos verdaderos es más complicado de lo que se podría pensar y es por lo que pienso que las amistades que forjé este año son mucho más fuertes que cualquier otra que hice en el pasado, principalmente porque nos convertimos en la familia de la otra y disfrutamos cada minuto que pasamos juntas porque internamente sabíamos que en algún momento tendríamos que separarnos.

Mis emociones durante este año estuvieron en una montaña rusa: felicidad, tristeza, nostalgia, miedo, orgullo, nervios… y tuve que aprender a ser objetiva y ver cada experiencia como una oportunidad. Y al final eso es ser una au pair, una oportunidad de encontrarte contigo misma, de explorar el mundo, de ser un local en un país nuevo, de aprender un nuevo idioma, de hacer nuevos amigos, de tener una nueva familia y ¿por qué no? De encontrar el amor. ¡Éste es el mejor momento de tu vida!

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